El agua en la obra de Hokusai
El tema del agua en Hokusai evoca indefectiblemente el grabado Bajo una ola en altamar en Kanagawa. Sin embargo, esta obra emblemática, ejecutada a los 70 años de edad, oculta una reflexión profundamente arraigada en el artista, desde sus primeros trabajos, acerca de la manera de capturar los efectos y movimientos del agua y de plasmar fielmente su energía vital a través del dibujo.
Ya en su período Shunrō (1778-1794), Hokusai integra en sus estampas el motivo de la ola rompiendo contra las rocas. Al principio, como simple elemento decorativo, en segundo plano. Más tarde, en 1797, en la lámina Primavera en Enoshima, las olas cobrarán mayor importancia dentro de la composición. Hokusai trabaja en la reproducción fiel y naturalista del movimiento de las olas, aunque estas no constituyan todavía el tema principal.
Posteriormente, sus grabados dedicados a los paisajes a la manera occidental, tanto como los editados en sus álbumes de modelos (entre ellos, el que consagra a los peines y pipas de tabaco) muestran una profundización del tema de la ola, una intensificación del interés del artista que, décadas más tarde, le llevará a su obra maestra.
Si el motivo de la ola es dominante en la obra de Hokusai, las diversas variaciones de los efectos del agua, el mar, los ríos, los lagos, las cascadas, y también de la lluvia, se convierten en pretexto para una exploración gráfica: en todas sus creaciones se aprecian ondulaciones, remolinos, reflejos, transparencias, resplandores, gotitas, salpicaduras y vapores de agua, en particular, en el célebre Manga.
La búsqueda sensible de este elemento tan fugaz como es el agua remite ciertamente a los preceptos budistas a los que Hokusai adhería, como el de la impermanencia de las cosas. El resultado de este trabajo encuentra su colofón en tres series principales realizadas entre 1830 y 1834: Treinta y seis vistas del monte Fuji, Recorrido por las cascadas de varias provincias y Vistas inéditas de puentes famosos en las provincias. Al final de su vida, el tratamiento magistral de las dos olas, masculina y femenina, como potentes remolinos para el techo de las carrozas de festival de la ciudad de Obuse, representa un tránsito hacia otra dimensión, más espiritual, que da cuenta de la búsqueda de Hokusai por transmitir la energía y la fuerza vital del agua.